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Gas Natural Vehicular o Gas Líquido de Petróleo

Reemplazar el combustible tradicional para los motores alternativos puede ser una alternativa válida siempre y cuando analices el uso diario de tu auto.

Cuando pensamos la compra de un vehículo son varias las cosas que ponemos en la mesa para poder tomar una buena decisión. Por supuesto que un punto relevante pasa por el monto de dinero a invertir, pero lo más importante es la definición del tipo de automóvil que necesitamos. Y cuando nos referimos a este punto, debemos aclarar que tenemos la opción de petrolero o gasolinero. En el caso que la elección se incline por este último, hay un detalle que no es menor, y que pasa por la cantidad de kilómetros que lo voy a necesitar para mi uso diario. Al hacer este comentario, surge una opción que fue desarrollada hace muchos años, y que es el reemplazo o uso alternativo con gas comprimido. Esta variante de combustible gaseoso se presenta de dos formas y se los conoce con los nombres de “Gas Natural Vehicular (GNV)” o también llamado “Gas Natural Comprimido (GNC)”, y el “Gas Líquido de Petróleo (GLP)”. Ambas alternativas provienen de energía no renovable, como es el caso del petróleo. El GNV está compuesto por el gas metano, mientras que el GLP es producto de la mezcla de los gases propano (60%) y butano (40%). La característica que diferencia a ambos combustibles, es la presión a la que se provee al tubo o receptáculo que hace las veces de depósito en el auto. En general el GNV lo toman de la provisión de red domiciliaria, con baja presión, y en los centros de venta se eleva la presión hasta unos 250 bares, al hacerlos pasar por compresores especiales. Por lo tanto, el tubo que se encuentra en el auto y mantiene contenido al GNV debe ser muy robusto y debe cumplir muchas exigencias de seguridad, para poder estar habilitado y ser utilizado en la vía pública.

Por el lado del Gas Líquido de Petróleo (GLP), podemos comentar que se obtiene al mezclar dos gases, obtenidos a partir del petróleo crudo procesado en las refinerías, y luego de comprimirlos a baja presión, se llega a estado líquido; en ese estado se lo transporta a los lugares de distribución y venta. Mientras el GNV es liviano en su momento de comercialización, el GLP es bastante más pesado. Este detalle junto a la presión de trabajo en el auto, marca una diferencia sustancial en el depósito portante en el auto, ya que condiciona la construcción y exigencias a respetar para velar por la seguridad e integridad no sólo de nuestro auto, sino la seguridad de las personas y objetos que se encuentran próximos. Por lo tanto, estas limitaciones se traducen en las formas, pesos y ubicación. El almacenamiento del GNV en el auto se puede efectivizar solamente en envases denominadas garrafas o tubos de construcción especial, sin costura, de material liviano y de grueso espesor (unos 3 centímetros), para poder soportar los 250 bares. Esta particularidad exige mucho lugar físico para su anclaje, por lo tanto debemos sacrificar mucho lugar en nuestra cajuela, en caso de tenerla, ya que si es un hatch, estamos en serias dificultades para poder contar con algo de lugar para trasladar algo.

Cuando hablamos de un tanque para contener GLP tenemos más beneficios: no deben ser tan robustos, ya que la presión de almacenamiento es bastante menor (unos 8 bares), permitiendo contenedores de distintas formas, tamaños y el beneficio de poder ubicarlos por debajo de nuestra cajuela, simulando la forma de un tanque de combustible o la forma de un neumático de repuesto. Con esto, podemos contar con espacio para trasladar carga.

Ahora me voy a referir a un tema que es delicado, y que por supuesto, involucra a la seguridad. Como todo sistema portante de gas, es muy probable que en algún momento, por alguna circunstancia, forzada o no, puede ocurrir una pérdida. Y en esta oportunidad, los dos sistemas tienen consecuencias diferentes. Por el lado del GLP, al ser un gas más pesado que el metano (GNV) hay un riesgo mayor que se produzca una mezcla inflamable en presencia del aire, cuando se deposita en el suelo. Y por el lado del GNV, en caso de producirse una pérdida es mucho más fácil de detectar y por lo tanto más rápidamente percibible. Otro aspecto muy relevante en el uso cotidiano, es el de la “huella” que dejan ambos sistemas. Dicho de otra forma, uno es mucho más seco que otro. El GLP genera una delgada película protectora en las superficies metálicas internas de los motores y  en los inyectores. Mientras que el GNV al ser más liviano y limpio, no genera esta protección, por lo que obliga al conductor a poner en marcha previamente el motor unos minutos previos al iniciar nuestro camino. Con respecto a si su uso es perjudicial en el tiempo, podemos decir que el GNV genera consecuencias de gastos de mantenimiento en un tiempo futuro más lejano al que puede producir el GLP. Ahora bién, mucho va a depender de la regulación y puesta a punto en la inyección, ya que de no ser así,  puede causar daños severos en la culata y válvulas, y hasta incluso la bajada de motor. Como verán, ambos tipos tienen sus propias ventajas y desventajas. Así que va a depender de nuestro análisis de conveniencia, teniendo en cuenta la red de distribución de estos combustibles alternativos, en función de nuestros recorridos y uso general de nuestro auto.

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Alberto Mario Kuchen

Apasionado por los autos. Familiarmente vinculado a este maravilloso mundo y al de las carreras de autos: mi padre que corrió en la década de los años 60 con el seudónimo de Sandokán. Como Ingeniero Mecánico Aeronáutico, la tecnología en pos de la seguridad y la mejora continua, siempre llamó mi atención. Mi compromiso con ustedes para compartir e investigar en todo lo que viene.

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