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La barra estabilizadora.

Si bien las nombramos con cierta frecuencia, sería aconsejable tener conocimiento de cuál es su función dentro del esquema de la amortiguación y de la estabilidad de nuestro auto.

Sería muy atinado de mi parte afirmar que muy pocos conocemos la existencia de “la barra estabilizadora”, y por sobre todas las cosas, cuál es su función. Pero para poder desarrollar el tema, debemos ubicarnos donde va montada y explicar brevemente qué tarea realiza en beneficio de la estabilidad del auto cuando tomamos una curva y posterior equilibrio dinámico. Para ubicarnos en dónde va montada, imaginemos que tenemos el auto subido sobre un gato hidráulico que lo eleva íntegramente, y posicionándonos justo debajo del motor, podemos observar que hay una parte estructural transversal que vincula los anclajes inferiores de los amortiguadores y donde posiblemente se encuentra fijada la caja de dirección. Justo en ese refuerzo estructural, la barra se amura en su parte central quedando los extremos solidarios por bieletas (vínculo mecánico) a ambas bases de los amortiguadores. Estas barras son construídas de acero elástico, con gran capacidad de absorción torsional lo que le permite absorber y transmitir esfuerzos en ambos sentidos. Dependiendo del tipo, función y operatividad del vehículo, está la posibilidad de llevar otra barra en el tren trasero. Una vez localizada su ubicación, paso a comentarles cual es la función primordial.

Bien es sabido por todos que cuando conducimos y nos encontramos frente al volante, al girarlo para cambiar la dirección, si venimos con cierta velocidad y tomamos una curva, vamos a percibir que el auto se inclina en el sentido contrario a donde giramos. O sea, que la fuerza centrífuga hace rolar el auto (lo que en otras palabras se puede expresar como la inercia de masas), generando un mayor esfuerzo sobre las ruedas que quedan en la parte exterior de la curva y alivianando las cargas en las ruedas internas. Para aliviar la presión sobre esa cubierta y su amortiguador donde se recuesta la trompa del auto, la barra estabilizadora permite absorber parte del esfuerzo de esa rueda y lo transmite hacia la interior. Ésta es básicamente la tarea de la barra, ya que vincula solidariamente los movimientos verticales de los neumáticos, alivianando esfuerzos en el elemento más solicitado. El resultado que se obtiene, es el de lograr una menor inclinación en las curvas. Es decir, a mayor grosor de las barras, tenemos ruedas externas menos cargadas, menor extensión del movimiento vertical de la cubierta interna con mayor carga, y una mayor adherencia al piso porque la banda de rodamiento se apoya en mayor proporción, siempre que el estado del asfalto sea el adecuado. Inversamente a lo planteado, con menor grosor se observa mayor carga en rueda exterior, menor en la interna con mayor movimiento vertical de la misma, hasta incluso se podría dar la situación de perder contacto con el suelo, con el inconveniente de perder tanto tracción como de generar deslizamiento del eje. Por lo tanto, se puede inferir que al colocar una barra de mayor diámetro, vamos a lograr que el auto se incline menos y pueda entrar más plano a la curva (o sea, con menor rolado), ya que al aumentar su grosor va a poseer una mayor resistencia a la torsión que se genera en ese momento.

Pero cuidado, que hay que buscar un punto de equilibrio. Porque no se trata únicamente con aumentar el grosor, ya que el desempeño del sistema de amortiguación no es el mismo dependiendo del tipo de suelo, rugosidad, situación climática, presencia de arenilla en asfalto, entre otros. Al analizar un poco lo expuesto, ante comentarios de conocidos sugiriendo modificaciones por experiencias personales, debemos preguntarnos qué necesidad nos lleva a tratar de modificar la estructura original de nuestro auto, en pos de lograr un desempeño diferente al establecido por el fabricante. Y hago este comentario, porque el solo hecho de alterar la configuración original, y querer lograr un desempeño diferente por cuestión de sensaciones personales en el manejo, debemos contemplar que como conjunto, la amortiguación está diseñada para lograr un determinado confort de marcha.

Si bien se puede modificar, lo que sugiero es caer en manos de especialistas porque se deben acomodar algunas piezas más del sistema de amortiguación. Con esta salvedad, me atrevo a decirles que en el supuesto de querer cambiar la barra estabilizadora, se debe hacerlo con el criterio de “siempre aumentar el diámetro”, pero nunca disminuirlo, ya que va a influir directamente en la estabilidad. Como conclusión podemos destacar algunas características y beneficios de tener una barra estabilizadora. En general vamos a lograr una reducción en el subviraje (ida de trompa del auto cuando doblamos), disminución del efecto de rolido del auto, y como resultado tenemos un aumento en la estabilidad, con mayor precisión para la conducción. Estos beneficios permiten un ingreso a una curva con mayor velocidad, notando un compartimiento más aplanado tanto en el ingreso como en el egreso de la misma. Pero a su vez vamos a perder cierto confort en el desempeño general, necesitando una mayor destreza de conducción, ya que la reacción del auto es más rápida y podemos encontrarnos con algún atisbo de sobreviraje (ida de cola del auto al momento de doblar); y esto en particular se produce cuando el tipo de suelo con el que nos encontramos, no está lo suficientemente alisado. Otra característica a destacar, es que si analizamos en perspectiva este comportamiento general, y queremos trasladarlo al ámbito deportivo, por lógica vamos a entender que los autos que son para competir, deben estar munidos por barras en ambos ejes, y con características muy específicas, ya que necesitan un comportamiento bastante rígido de la suspensión con casi nulo rolido, por la necesidad de tomar curvas lo más rápido posible.

En este contexto donde podemos apreciar las características y comportamientos diferenciados,  es probable que no sea conveniente modificar el grosor de la barra, sino que por el contrario, cuando pensamos en realizar alguna adaptación a nuestros deseos, debemos tener presente que el fabricante nos entregó un producto con características determinadas y debidamente estudiadas. Por lo tanto, la pregunta que sigue es si tenemos el vehículo que realmente necesitamos.

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Alberto Mario Kuchen

Apasionado por los autos. Familiarmente vinculado a este maravilloso mundo y al de las carreras de autos: mi padre que corrió en la década de los años 60 con el seudónimo de Sandokán. Como Ingeniero Mecánico Aeronáutico, la tecnología en pos de la seguridad y la mejora continua, siempre llamó mi atención. Mi compromiso con ustedes para compartir e investigar en todo lo que viene.

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