En esta oportunidad trataré un tema que se comenta mucho, pero que no siempre se le da el sentido que tiene como tal.Para desarrollarlo, se debe asumir que todas las empresas, independientemente del posicionamiento global o regional que tengan, así también como del tipo de producto que manufacture, deben pensar estratégicamente las inversiones a futuro en función del rumbo que está tomando el mundo automotriz.Y es aquí donde encontramos una puerta que se abrió hace un tiempo, y que grandes firmas han destinado una gran parte de las utilidades en inversiones en investigación y desarrollo para lo que se llama el “futuro”. Un futuro que ya está, metido entre nosotros pero en pleno desarrollo.
A partir de este punto, se presentan tres cuestionamientos. A saber: la postura política – económica de un país en función de acuerdos regionales; la posición del inversionista, y por último la mirada del consumidor. Y no siempre coinciden, porque en el medio se encuentran intereses de todo tipo.Pero la idea de este articulo, no es cuestionar al primer partícipe de este tridente. Sólo deseo tener una mirada apreciativa de una realidad entre el que invierte y el consumidor. Una vez presentado el panorama en general, plasmaré mi percepción.
Bien es sabido que la contaminación ambiental y el cambio climático es un largo tema de debate desde hace algunas décadas, pero que desde hace poco más de diez años tomó mucho empuje. Aunque el argumento de las reservas de petróleo son controversiales, es claro que existen para mucho tiempo por delante. Pero al tomar la decisión de desarrollar otras fuentes de energía, se pudo saber que pioneros en el tema se abocaron a tres ramas diferentes: híbridos, eléctricos y a hidrógeno (el menos desarrollado). Todos con sus pros y contras.
En mi opinión, los híbridos son la perfecta transición a los eléctricos puros, donde apreciamos una conjunción entre los motores de combustión interna y los eléctricos. Acá los fabricantes hacen uso y gala de motores de baja cilindrada pero dotados de la más alta tecnología aprovechable. Y con el uso de la electrónica sofisticada, al frenar o desacelerar, logran la utilización de energía que antes se disipaba sin control, a un encauzamiento y aprovechamiento de recarga de las baterías para lograr una autonomía mayor con el uso de los motores eléctricos de dotación, aportando contaminación nula.
Lo favorable del sistema está en que con la combinación de ambos métodos, en promedio se obtiene un consumo de combustible más acotado. En estos casos, la batería de dotación tiene una larga vida de duración, con un costo elevado, pero no necesita un mantenimiento oneroso, ni tampoco la utilización de carga externa para su recarga, ya que lo hace automáticamente al circular el vehículo. Lo que sí es muy costosa, es la reposición del acumulador una vez que cumplió con su ciclo de vida.
El segundo método que está en pleno desarrollo, es el de los autos totalmente eléctricos. Es el sistema de propulsión más limpio y ecológico. Es el que tiene la mirada puesta de todos los fabricantes, ya que es el futuro que está presente entre nosotros. Cuando digo que está en pleno desarrollo, me refiero a que desde hace unos años está recibiendo fuertes inversiones, para lograr el desarrollo de acumuladores con una gran capacidad de reserva y veloz recarga. Esto implica que deben lograr amalgamar y desarrollar materiales capaces de lograr una autonomía interesante y una rápida toma de energía.
Es aquí donde el desafío impone saltar unas vallas: por un lado lograr el material pertinente para lograr una gran autonomía. Pero por otro lado, tenemos un gran problema que consiste en la provisión logística de la energía eléctrica. Una cosa es analizar el comportamiento de las redes de provisión de energía durante el desarrollo en cuestión, y otra muy distinta es cuando la utilización de las redes se debe hacer en forma masiva. Si bien se está empezando a tomar conciencia de esta problemática, hay que considerar decisiones políticas para la generación de energía eléctrica en sus diferentes acepciones: eólicas, solares y la obtenible por las mareas. Como podemos apreciar, es un tema que involucra decisiones de todo tipo, tanto de políticas de estado como de inversiones empresariales. Tan es así, que cambiar el paradigma de utilizar un vehículo de combustión interna por uno eléctrico, va a tomar una transición que va a variar en tiempo en función de la cultura de cada estado.
Planteado el tema, es de esperar que cada uno de nosotros tenga una visión un poco diferente. Pero considero que el gran salto se va a dar cuando tengamos la posibilidad de elegir al comprar un vehículo nuevo y estemos frente al dilema en cuestión. Sólo la concientización y la situación particular del país de residencia con su problemática afrontada, nos permitirá direccionar nuestra compra.