Abandonar costumbres o modificarlas, representa un cambio de actitud y de percepción de las cosas. Si bien podemos argumentar que no está todo tan mal para dar un vuelco en nuestros hábitos y gustos, difícil es defender lo indefendible. Con esto quiero orientar la atención de ustedes ya que ninguno de nosotros se quiere despojar de lo que consideramos “esto nos gusta y nos sentimos cómodos”. Pero para poder mirar las cosas en perspectiva, necesitamos abrir un poco nuestro pensamiento y aceptar algunas cosas que están ocurriendo. Ya en el tema, quiero comentarles que hay una decisión en el continente europeo de mudar lo antes posible el uso de locomoción que utilizan energías no renovables, por otras que usan energías renovables. Es decir cambiar el uso de combustibles derivados del petróleo utilizados en nuestros actuales medios de locomoción, por energías obtenidas de procesos limpios y no contaminantes.
Por tal razón, desde hace un tiempo a la fecha algunos países han dictado normas anti-contaminación que van actualizando y restringiendo aún más el uso de motores que utilizan derivados del petróleo para su funcionamiento (nafta y diesel) para hacerlos cada vez más eficientes y menos contaminantes (con menor generación de CO2). Pero como eso no alcanza, empiezan a gestarse leyes tendientes a prohibir en el tiempo la utilización de ambos combustibles. Estas medidas gubernamentales deben ir acompañadas con incentivos para que el usuario de un vehículo determinado, decida cambiar el auto que está construído respetando normas viejas y polucionantes, por otros con legislación moderna. En este momento está en cuestión la aprobación de la “Ley de Cambio Climático y Transición Energética”, la cual contempla planes para reducir las emisiones contaminantes. En el supuesto que se dicte, España sería el primer país europeo en prohibir los autos a nafta y diésel. Sería para el 2050. Otros países ofrecen grandes descuentos para cambiar modelos con normas anti-contaminación antiguas por unas más modernas. Los motores diésel son más problemáticos que los nafteros en cuanto a contaminación. Uno de los mayores enemigos del medio ambiente son los motores de combustión interna que usan derivado de petróleo (diésel o nafta) como combustible. Si bien existen normas de anti-contaminación, que cada determinado tiempo se hacen más rigurosas en cuanto a los niveles de CO2 permitidos, los gobiernos en Europa parecen haberle declarado la guerra y quieren extinguir esta tecnología que envenena al planeta. En este sentido España podría convertirse en el primer país en prohibir los diésel si se aprueba la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética, en la que se contemplan diversos planes para reducir emisiones contaminantes. El proyecto, que debe ser llevado al Congreso español en febrero, contempla la creación de una ley que prohibiría vender y circular a los vehículos de combustión interna.
En primer lugar en 2025 se vetarían los vehículos diésel, en 2040 se dejarían de comercializar todos los de combustión interna, y finalmente en 2050 estarían prohibidos para su uso. Otras medidas menos drásticas para bajar las emisiones contaminantes están en vigencia, por ejemplo en España, Holanda, Alemania, Francia o Reino Unido rige una exclusión de algún tipo de vehículo en determinadas zonas céntricas de las grandes ciudades. Las emisiones de CO2 se miden en gramos por kilómetros. Los incentivos son otra manera que usan para fomentar la compra de vehículos “ecológicos”. Por ejemplo, en Gran Bretaña se destinará 1.169 millones de euros en incentivos a la compra de autos eléctricos. Además, se han establecido zonas de bajas emisiones en donde se cobran peajes únicamente a los vehículos antiguos (o sea los que contaminan más). En Alemania, el Gobierno ofrece hasta 8.000 euros para retirar autos diésel Euro 1 y Euro 4 del parque automotor, mientras que Volkswagen anunció una oferta de hasta 7.000 euros (en descuento) a los dueños de modelos diésel Euro 4 o 5 de cualquier marca que lo cambien por uno nuevo de su compañía.