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¿Se imaginan al Mazda CX-50 con tecnología híbrida de Toyota?
En este movido y con muchas novedades de todo tipo dentro del mercado automotriz, pasa a ser algo más común de lo que nos tiene acostumbrados, recibir noticias que son fruto o consecuencia de estrategias conjuntas de marcas que juntan “esfuerzos” para sobrevivir o adaptarse a este tan vertiginoso mundo con muchas aristas, y que normalmente son producto de un tema que siempre fue el central: el aspecto financiero.
No es novedad para los que estamos medianamente informados respecto a las alianzas que se van tejiendo entre marcas que pueden ser de la misma o de distintas regiones. Las grandes marcas muchas veces deben anticiparse a algunas secuelas de malas decisiones o simplemente porque el rumbo del mercado tiene que adaptarse a una nueva realidad que dicta el mercado en general. Quizás porque se deben tomar medidas poco felices, como prescindir de personal, cerrar fábricas, o sencillamente porque la mirada y toma de decisión de un momento, hoy no es del todo satisfactoria.
Ante esta evidencia, es preferible orientar el esfuerzo hacia una optimización de recursos. Si bien las causas pueden ser muchas, y no viene al caso el porqué de ellas, la realidad impacta de tal forma que se deben implementar medidas para sobrellevar de la mejor manera una determinada situación. Este comentario es para ponernos en situación, y si bien lo que voy a decirles está ciertamente relacionado, no pasa para nada desapercibido como noticia en sí. Bueno, la marca japonesa Mazda, con una trayectoria más que abundante y con una imagen de marca que desde hace varios años está orientada hacia el objetivo de ser considerada como una marca de lujo o premium, está por adoptar una decisión que impacta y seguramente está más que justificada. Pero en honor a la verdad nos deja con la boca abierta.
Es sabido que Mazda siempre se ha esmerado por ofrecer en el mercado todo tipo de motorizaciones que han tenido un rendimiento y eficiencia muy destacado. A tal punto, que para estos nuevos SUV de última generación (CX-90 y CX-80), desarrolló un motor de 6 cilindros en línea con una eficiencia destacada. Pero para el caso en particular del exitoso CX-5, lanzado en 2017 y renovado recientemente en 2022, es al que probablemente le llegó la hora del posible reemplazo natural, donde el nuevo CX-50 se perfila como su sucesor. Con una longitud exterior de 4.7 metros, este nuevo SUV se ubica en la dura e implacable competencia de ese segmento. Y para suplir esa tendencia a la electrificación, por razones no desveladas por Mazda, consolida esta alianza con Toyota para poder usufructuar esa mecánica híbrida de larga trayectoria que tantos galardones le brindó a ella.
Para recordarles, ese grupo motor de Toyota está conformado por un motor de combustión interna de 2.5 litros de 4 cilindros en línea normalmente aspirado de ciclo Atkinson, entregando mayor eficiencia y mejor aprovechamiento del torque a bajas RPM. Está asistido por 2 o 3 motores eléctricos, de los cuales siempre 1 cumple las funciones de generador, y el o los otros 2 son propulsores, ubicados uno en cada eje. Estas 2 combinaciones, determinan que la transmisión sea sólo al eje delantero (FWD) con 218 CV o a las 4 ruedas (AWD) con 222 CV. La experiencia que Toyota adquirió con este grupo en el SUV RAV-4 habla de muchas satisfacciones, ya que no sólo dispone de una buena potencia, sino que resultó ser muy eficiente en el consumo de combustible. Esta jugada de Mazda habla de mucho más que optar por una tecnología más que comprobada. Seguramente hay “más” que no estamos al tanto, pero es una temática mucho más frecuente de lo que estamos acostumbrados a escuchar.
Por otro lado, han cambiado de dirección algunos vientos, y la “supervivencia” sana en esta selva competitiva obliga a las empresas a encontrar más líneas conjuntas de desarrollo de lo que pensamos. Seguramente el año entrante nos aclarará más el panorama respecto a este desafío.