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Cuál es el futuro de los motores a gasolina y diésel en el grupo Volkswagen.

No es una novedad que las exigencias gubernamentales del viejo continente están cada vez más enfocadas en hacer disminuir de forma contundente la generación de CO2 en el medio ambiente, imponiendo a tal efecto regulaciones muy estrictas que requieren un redireccionamiento de objetivos estratégicos en las empresas automotrices.

Estas simples palabras que parecen dar un marco regulatorio que sugiere un “avancemos y nos iremos acomodando”, muy lejos de esta apreciación lo que podemos asimilar es que esta decisión de semejante magnitud se encaminó desde hace unos años, poniendo de manifiesto que no sólo la dirección es “obligatoria”, sino que tampoco debe ejecutarse de acuerdo como la industria automotriz quiera o desee hacerlo en tiempo y forma. Semejante cimbronazo se pareció más a un acomodamiento de placas teutónicas que a un tirón de orejas o llamado de atención. Y precisamente por la firmeza con la que se tomó la decisión, los grupos empresariales debieron replantearse aspectos que son medulares para sus intereses y para su propio desenvolvimiento. En este movimiento con rumbo prefijado, las empresas debieron reestructurar objetivos, amalgamar esfuerzos y reinvertir en nuevos objetivos estratégicos que estén en frecuencia con la electrificación general del portfolio de sus productos. Esta adecuación es traumática y con consecuencias que engloban aspectos económicos, pero por sobre todas las cosas con efectos sobre el personal humano directamente vinculado con estas actividades, que sufren pérdidas de puestos de trabajo como así también adecuación de roles y objetivos, capacitación y reinvención de tareas en la planificación. En otras palabras, es todo un proceso de readecuación estructural. Demás está decir que las consecuencias que se generan fruto de esta situación, no siempre son visibles a simple vista, afectando directamente el redireccionamiento de la estructura. La tarea gerencial más importante es la de acertar con las nuevas metas que se deben fijar para no afectar el funcionamiento de la misma.

Como consecuencia de este comentario, a lo largo de estos últimos años nos fuimos anoticiando de innumerables situaciones que optaron las empresas para adecuar su dinámica de vida. En función de todo este marco de situación que les acabo de comentar a modo de pantallazo general, y que sin dudas hay más aspectos a tener en cuenta, nos encontramos con algunas decisiones que los grupos empiezan a tomar en función de las metas que se han fijado. En particular, quiero hacer mención a una adoptada recientemente por el Grupo Volkswagen. En esta oportunidad se dio a conocer la decisión que involucra el abandono de nuevos desarrollos de los motores alternativos de combustión interna que son de su propia manufactura, dejando perfectamente claro que los futuros esfuerzos en los motores TSI y TDI van a estar centrados en las actualizaciones y adaptaciones a las futuras exigencias que se le van a ir imponiendo a efectos de cumplimentar con las regulaciones ambientales que así lo requieran, como puede ser la próxima norma Euro 7 que restringirá más aún la generación de gases contaminantes. Por otro lado, destacó que la meta que se puso el Grupo VAG (que involucra a todas las marcas a las que provee su propia motorización) es la de dar por finalizada la tarea de la producción de los motores alternativos para el año 2.030, fecha a partir de la cual su actividad se centrará exclusivamente en producir vehículos con propulsión eléctrica. Es lógico pensar que en esta transición convivirán las 3 metodologías de propulsión: convencional con motores alternativos, híbridos en todas sus variantes y totalmente eléctricos, más allá de diferentes desarrollos que están intentando evolucionar y crecer, como puede ser la locomoción a través del uso de hidrógeno. Otra pregunta que se nos viene a la mente, es lo que va a suceder en esta transición con los motores alternativos de grandes cilindradas como pueden ser los que utilizan los Lamborghini, donde seguramente continuarán pero con una asistencia eléctrica. Y con Porsche, más allá de los nuevos modelos eléctricos que presentó, la marca está en pleno desarrollo para utilizar combustibles sintéticos con el objeto de no aportar en la polución ambiental.

Dicho esto, en líneas generales, es oportuno mencionarles que no sólo el Grupo Volkswagen optó por este camino, ya que otros Grupos como el Stellantis y el Daimler ya tomaron su decisión en el mismo sentido del camino hacia la electrificación. Por supuesto que las metas son aspiracionales, asi que en el tiempo veremos cómo se van a ir logrando, quedando mucho de lo expresado condicionado en función de los logros tecnológicos fruto de la evolución del desarrollo de baterías más livianas, más pequeñas, con materiales que le otorguen una mayor autonomía, una carga más rápida y que el costo de producción sea más accesible; en esa dirección los investigadores están concentrando sus esfuerzos, apostando muy seriamente a las próximas baterías de estado sólido. A modo de resumen, desde mi punto de vista habrá una convivencia bastante longeva aún con los motores de combustión interna, pero lo que sí es cierto, es que la electrificación ya es un hecho. Quizás las regiones más exigentes vean el panorama que fui describiendo en párrafos anteriores con más prontitud, pero en aquellas regiones donde estas determinaciones no son prioridades, seguramente van a convivir por más tiempo hasta una mayor toma de conciencia e inversión logística para la provisión de energía recargable, lo que dará lugar a poder tener por más tiempo estos “últimos” desarrollos de motores alternativos.

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Alberto Mario Kuchen

Apasionado por los autos. Familiarmente vinculado a este maravilloso mundo y al de las carreras de autos: mi padre que corrió en la década de los años 60 con el seudónimo de Sandokán. Como Ingeniero Mecánico Aeronáutico, la tecnología en pos de la seguridad y la mejora continua, siempre llamó mi atención. Mi compromiso con ustedes para compartir e investigar en todo lo que viene.

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